Alcohol y Colesterol: ¿Un trago al día ayuda a tu corazón?

Dicen por ahí que el alcohol, en especial el vino, es de gran ayuda para tu corazón y para regular los niveles de colesterol.

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Dan

¿Qué efecto tiene el alcohol, particularmente el vino, en tus niveles de lípidos y colesterol? El daño que el alcohol hace a tu hígado, estómago y cerebro -y a otros órganos- está bien documentado. Sin embargo, su efecto en el corazón y en los niveles de lípidos en nuestro cuerpo es aún motivo de debate.

¿Cuál es la relación entre el alcohol y el colesterol?

¡Vaya pregunta más difícil!

Bueno, si intentamos investigar en este conocido buscador de internet, los principales resultados puede que nos dejen aún más confundidos de lo que estábamos al principio. Esto se debe a que un estudio difiere drásticamente del siguiente. Pero esto es sólo un reflejo de lo complicado que es determinar los efectos exactos de un elemento en nuestra dieta.

Para desenredar esta confusión típica de la web, podemos empezar por tomar un momento para entender lo que realmente es el colesterol.

¿Qué es el colesterol?

Tus niveles totales de colesterol se conforman tanto por el colesterol “bueno” o proteínas de alta densidad (HDL por sus siglas en inglés) como por el colesterol “malo” o proteínas de baja densidad (LDL). El colesterol, es un componente vital para varios procesos, incluyendo la construcción de células y la producción de hormonas.

A pesar de estos efectos positivos, demasiadas proteínas de baja densidad o LDL, estimulan la acumulación excesiva de grasa en las paredes internas arteriales. Esta condición, conocida como “arteriosclerosis”, indica un alto riesgo de sufrir otro tipo de enfermedades vasculares y complicaciones cardíacas.

Así pues, el colesterol es un tipo de lípido. Otro tipo de lípidos importantes son los “triglicéridos”.


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Cuando comes o bebes, tu cuerpo transforma las calorías que no has utilizado en triglicéridos. Éstos sirven como energía de reserva que puede ser utilizada entre comidas. La mayor parte de la grasa de tu cuerpo se conforma por triglicéridos. Es por ello que se cree que sí consumen muchas más calorías de las que quemas, aumentas tu peso (la relación entre la ingesta y quema de calorías es una gran controversia; pero eso lo dejamos para otro post).

Además del colesterol y los triglicéridos existe una gran variedad de lípidos, pero normalmente sólo estos dos se toman en cuenta para medir tu perfil o panel lipídico. Los lípidos son esenciales, pero demasiados o muy pocos pueden ponerse en riesgo, sobre todo cuando se trata de condiciones cardiovasculares.

El colesterol y los triglicéridos se miden en miligramos por decilitro (ml/dL). De acuerdo a la Clínica de Cleveland, los valores más relevantes son:

  • Colesterol HDL:
    ◦ Debe ser mayor a 40 ml/dL
  • Colesterol LDL:
    ◦ Debe ser menor a 70 mg/dL en aquellos que se considera están en muy alto riesgo de sufrir afecciones cardiacas.
    ◦ Debe ser menor a 100 ml/dL en aquellos que se consideran en alto riesgo de sufrir afecciones cardiacas.
    ◦ Debe ser menor a 130 ml/dL para aquellos en bajo riesgo de sufrir afecciones cardiacas.
  • Triglicéridos:
    ◦ Lo ideal, es que su valor sea menor a 50 mg/dL

Conocer tu perfil lipídico es de utilidad para que el médico pueda decidir qué medicamentos pueden resultar para reducir el riesgo de sufrir condiciones cardiovasculares. Pero también sirve para escoger la mejor dieta y tipo de ejercicios para tí.

Pero, ¿qué tiene que ver el alcohol en todo esto?

Alcohol, Colesterol y Triglicéridos

Con algunas excepciones, como el rompope (licor de huevo) o los licores cremosos (crema irlandesa o crema de orujo), las bebidas alcohólicas no contienen colesterol. Pero contienen calorías y es por ello que tienen un efecto directo en tus niveles de triglicéridos.

Algunos tragos contienen ingredientes muy específicos, como los antioxidantes en el vino, que también juegan un papel importante en los niveles de colesterol en tu sangre. Además, el etanol, compuesto que hace que un trago sea alcohólico, también altera tu perfil lipídico.


Ten en cuenta que, en Estados Unidos, se considera que una persona bebe de manera moderada en base a un estándar diario:

  • 355 ml. de cerveza al día con una concentración de 5% de alcohol.
  • 150 ml. (o una copa) de vino con una concentración de 12.5% de alcohol.
  • 45 ml. de licor con una concentración de 40% de alcohol.

En cualquiera de estos casos, la cantidad total de alcohol puro consumido es de aproximadamente 14 gramos. Sin embargo, las medidas estándar que determinan la ingesta moderada de bebidas alcohólicas por día varían de 8 a 20 gramos de alcohol puro dependiendo del país en que te encuentres.

Si bebes más de esas cantidades, se considera que los efectos negativos del alcohol en tu cuerpo sobrepasan los positivos. Esto es particularmente importante si te excedes de manera regular o bebés muy por encima de los valores estándar.


El Efecto del Alcohol sobre el Colesterol

El etanol es un tipo específico de alcohol que se encuentra inevitablemente presente en todas las bebidas alcohólicas que consumimos. A través de los años, se ha acumulado bastante evidencia que demuestra que si consumimos etanol de manera moderada podemos reducir el riesgo de sufrir la enfermedad de la arteria coronaria (EAC). Esto se le atribuye a los efectos del etanol sobre los niveles de colesterol en nuestra sangre.

Incluso una investigación publicada el año pasado en donde los autores afirman no haber encontrado evidencia de que el alcohol sea benéfico para los seres humanos, reconoce ciertos beneficios cardiovasculares en quienes beben de manera moderada. Una posible explicación es que el etanol parece aumentar la concentración de apolipoproteína A (apoA), compuesto responsable de transportar al “buen” colesterol HDL. Esto, a su vez, provoca el decremento de los niveles de LDL en la sangre.

Por otro lado, entre la constante mejora a los biomarcadores relacionados al panel lipídico, se encuentra la identificación de aquellos que corresponden ni más ni menos que al HDL. En estos estudios, no se ha tomado en cuenta el mismo tipo de bebida. En algunos se ha escogido experimentar con vodka y en otros con cerveza, vino o licor. Por lo tanto, es posible afirmar que los beneficios de consumir bebidas alcohólicas de manera moderada no dependen del tipo de bebida.

Sin embargo, los estudios que han comparado los efectos de varios tipos de bebidas alcohólicas aseguran que sí existe un margen de diferencia entre los beneficios que aportan unas y otras. En particular, el vino tinto suele denominarse como el más benéfico.

Vino tinto: ¿Es el resveratrol la clave?

Seguro que hemos dicho una infinidad de veces que una copita de vino es buena para el corazón”, y sobre todo nos encanta decirlo mientras nos servimos una generosa porción. Pero, ¿habrá evidencia de ello o será que el tinto es sólo tradición?

La dieta mediterránea suele ser reconocida más por sus beneficios que por sus sabores, sobre todo cuando se trata de sus ventajas para el corazón. En 2017, un estudio publicado por la Asociación Americana del Corazón (AHA por sus siglas en inglés) detalla los efectos positivos de este estilo alimenticio sobre el colesterol y el resto de los valores en el panel lipídico.

Curiosamente, uno de los componentes principales de la dieta mediterránea es el vino tinto, en cantidades moderadas. Por muchos años, la idea de que el vino tinto es útil para prevenir las enfermedades cardiacas ha servido como una posible explicación para “la paradoja francesa”. Este término hace referencia a la extrañamente baja prevalencia de la enfermedad de la arteria coronaria en Francia, a pesar de los altos índices de consumo de grasas saturadas en la población francesa.

Lo interesante de este fenómeno es, por supuesto, descubrir si el vino realmente influye en la regulación de los niveles de colesterol de los franceses o es otro aspecto de su dieta. Se ha sugerido en algunas investigaciones que los polifenoles (elementos presentes en mayores cantidades en el vino tinto) podrían ser la clave. En particular, un polifenol presente en la piel de las uvas llamado resveratrol parece tener un efecto positivo en el sistema cardiovascular de los ratones de laboratorio.

Desafortunadamente, los investigadores aún no alcanzan un acuerdo respecto a dichos efectos en el cuerpo humano. No obstante, un gran número de estudios -disponibles aquí- ha encontrado evidencia afirmativa al respecto.

En contrapunto, los suplementos de resveratrol que se encuentran disponibles en el mercado, suelen venderse en una presentación de 150 mg o más; mientras que una copa de vino tinto cuenta con aproximadamente o.5 mg de resveratrol. Esto hace que algunos investigadores consideran que la cantidad de resveratrol presente en el vino tinto no tiene una influencia considerable en el cuerpo humano.

Aún así, el resveratrol no es ni remotamente el único polifenol del vino.

Flavonoides y Antioxidantes en el Vino

Quizá la razón por la cual el vino es supuestamente benéfico para nuestro Sistema cardiovascular se esconde en un tipo de polifenol conocido como flavonoide. Los flavonoides, particularmente las chalconas y las antocianinas. Igual que en el caso del resveratrol, el vino tinto cuenta con un mayor número de flavonoides que el vino blanco.

Además, los flavonoides han demostrado que protegen al LDL “de la oxidación inducida por el hierro”. Mientras que el LDL es considerado como el colesterol malo, hay evidencia que sufiere que es aún peor cuando se oxida. Si esto ocurre, el LDL puede acelerar la aparición de arterioesclerosis y el subsecuente incremento en el riesgo de sufrir la enfermedad de arteria coronaria (EAC).

Por otro lado, un parámetro que debe tomarse en cuenta respecto a la oxidación, es el estrés oxidativo. Esto se refiere al desequilibrio entre oxidantes y antioxidantes. Sin embargo, aún cuando el estrés oxidativo es un favor importante que contribuye al proceso aterogénico, los estudios que analizan los efectos de las dietas ricas en antioxidantes y los suplementos que los contienen, son sumamente inconsistentes.

Además, los supuestamente prometedores resultados de los experimentos realizados in vitro (en el cristal) y aquellos realizados en animales no pueden ser reproducidos cuando se pretende experimentar in vivo (en un humano vivo). Quizá esto se deba a que el cuerpo humano es extremadamente eficiente cuando se trata de metabolizar los polifenoles, por lo cual sólo un pequeño porcentaje de ellos tiene potencial antioxidante.

La única conclusión al respecto es más bien desilusionante. Lo cierto es que hay muchos factores desconocidos que rodean los procesos oxidativos y su subsecuente impacto en el desarrollo de aterosclerosis. Así pues, es difícil determinar con una amplia convicción si el vino y los polifenoles que éste contiene juegan un papel en los niveles de LDL en nuestra sangre.

Resolver estos misterios es un proceso de doble filo. Por un lado, hay investigadores que realizan estudios empíricos buscando patrones, causas y efectos. Pero por el otro lado, están aquellos que no se ponen de acuerdo entre ellos mismos con respecto a los mecanismos de acción de estos elementos.

Por ahora, sólo podemos concluir que una cantidad moderada de vino, tinto de preferencia, puede formar parte de una dieta saludable que exprese valores adecuados de colesterol. Este fenómeno es particularmente evidente en la dieta mediterránea, en la cual el vino tinto es primordial.

Aún así, responder a la pregunta de si el vino tinto tiene efectos positivos más profundos que otro tipo de bebidas alcohólicas nos va a tomar un buen rato.

Entonces, ¿debería beber o no?

La evidencia que tenemos hasta ahora parece apuntar a una respuesta alentadora: el vino tinto en particular podría ser beneficioso para regular los niveles del colesterol y a su vez contribuir en el bienestar cardiovascular y corporal. Los posibles responsables son los polifenoles y el etanol. Ambos presentes en el vino.

PERO,

También hay evidencia que sugiere que incluso el consumo de bebidas alcohólicas en cantidades moderadas tiene más riesgos que beneficios. La lógica sugiere que esta afirmación es particularmente cierta para individuos que ya presentan niveles de colesterol asociados a un riesgo mayor de padecer enfermedades cardiovasculares.

En esta hipótesis, se toma en cuenta que una misma persona puede estar en riesgo de padecer varias enfermedades. Pensemos, por ejemplo, en una chica joven que tiene niveles altos de colesterol, pero que además está en riesgo de sufrir cáncer de mama (para el cuál el consumo de alcohol se considera un catalizador).

Encima de todo, es necesario tomar en cuenta la historia personal. Por ejemplo, el historial familiar de dependencia al alcohol o abuso de sustancias. En estos casos, cuando se encuentran antecedentes familiares que indican una alta dependencia al alcohol, el consejo es unánime: No consumas alcohol.

Es importante recordar siempre que los beneficios de beber sólo pueden obtenerse de cantidades moderadas. Cuando estos límites son excedidos, ya sea de manera regular o muy por encima del valor estándar, más que beneficios podemos vernos perjudicados de mil maneras por el consumo de alcohol (incluyendo nuestros niveles de colesterol).

A fin de cuentas, el alcohol no es más que uno de los muchos componentes de tu dieta y estilo de vida. Es por ello que no puede responsabilizarse por todo.

A pesar de lo vaga que suena esta conclusión, ésta refleja el consejo que casi todo profesional de la salud ofrece. Podríamos resumir todo de la siguiente manera:

  • Si no bebes, los posibles beneficios sobre los niveles de colesterol que tiene el vino tinto no son lo suficientemente relevantes como para ofrecerte una copa en este preciso instante.
  • Si ya bebes, hacerlo con moderación podría tener un efecto positivo en tus niveles de colesterol y reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.

Si el segundo perfil se parece más a tí, quizá sería buena idea hacer del vino tinto el trago de tu elección. Tal vez esta sea la mejor forma de mejorar tus niveles de colesterol y reducir el riesgo de sufrir enfermedades cardiacas. Pero sólo si combinas esa copita de vino con una dieta y un estilo de vida saludables. Al final, quizá sea cierto que al que ajo come y vino bebe, ni la víbora le puede.


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